Medios de difusión, mercado y ciudadanía
La libertad de expresión es un derecho esencial del espíritu del hombre, opera como garantía para las personas y las sociedades. Los medios de difusión, junto a los periodistas, canalizan el derecho humano de la libertad de expresión y ejercen una representación implícita de la sociedad en el ejercicio del derecho a expresarse e informarse. Fortalecido esto último en un momento en el que las nuevas tecnologías de información y comunicación (TICs) han aumentado la influencia de los medios de difusión a niveles desconocidos en la historia de la humanidad. Es peligroso para la vida democrática cuando los medios están manos de monopolios o países. El mercado no ayuda a construir ciudadanía Asimismo la penetración social de los mediático toma un perfil especial en el contexto de la nueva lógica de la economía del mercado. En la misma se producen relaciones económicas desiguales, ya que, el mercado a los individuos se los consideras usuarios, consumidores o clientes, lo que implica capacidad adquisitiva para usar, consumir o comprar. En él no aparece de manera central conceptos como el de ciudadanos, mujeres, hombres o personas.
Aún más, a la propia información, que es esencial para el desarrollo del derecho humano que ella implica, y la vivencia de la publicidad del accionar del Estado, se la ha convertido en una mercancía y es tratada como tal. Interesa sólo a los medios, generalmente, la noticia que vende, aunque en ello se descarte información esencial para hacer honor a la verdad o para la conformación de una saludable opinión pública sobre temas de particular interés cívico. En ese contexto, la información de la política y de la gestión de gobierno es presentada en los medios con el mismo formato de la publicidad comercial. Y como la publicidad tienden a manejarse con los mismos objetivos, buscando vender, más que convencer; aturdir más que reflexionar; imponer frases más que discutir ideas y jugar con imágenes, más que educar en el juicio crítico. En definitiva, el mercado despolitiza las cuestiones esenciales y se acostumbra a la sociedad a discutir cosas superficiales o banales. Medios de difusión y lealtad para con el sistema democrático A su vez, muchos medios de comunicación, no siempre tienen lealtad para con el sistema que les da su verdadera justificación. A veces los guían actitudes en las que no se compadecen la firmeza con la que defienden legítimamente los derechos que amparan sus gestión, respecto de la manera contradictoria como se informa y educa a la ciudadanía en lo que hace al desarrollo de los valores democráticos a los que se deben, tanto los medios como la sociedad. Resulta paradójico que en los medios se diga que se quiere mejores dirigentes mientras se forma y fomenta la frivolidad y la trasgresión como estereotipos a seguir. Además difícilmente se rescate lo positivo de los gobernantes que actúan con corrección porque no se considera lo bueno como noticia. Y, en el anonimato mediático que se somete a los esfuerzos valiosos, a veces, se deja la sensación que todo es negativo y corrupto en la gestión política, desalentando a los mejores para que opten por la vocación de servir desde lo público y gestando la imagen en la sociedad que la democracia es ineficiente e inútil en si misma. En esa dinámica los medios, en gran parte de sus propuestas, forman y fomentan la frivolidad y la trasgresión como modelos de ejemplaridad, lo que contrasta con los requerimientos de la sociedad que necesita dirigentes formados, responsables y capaces. Además lo sostenido se agrava si la cultura del momento indica que sólo existe lo que aparece en los medios de comunicación. Hay que trabajar para que la sociedad cuente con medios alternativos, para que todas las verdades puedan conocerse y no quedar en la trampa del discurso único. Reflexiones y responsabilidades De lo analizado surge la tremenda importancia que tienen los medios, hoy como nunca, para construir o destruir personas o comunidades. Por lo que, la conciencia de la noble tarea que se puede realizar desde el periodismo y los medios de difusión en general, radica el desafío histórico para que se trabaje en un verdadero compromiso con los derechos humanos y la formación cívica en Democracia. Queda en manos de quienes tienen las incumbencias y responsabilidades específicas, tanto en lo privado como en lo público, el asumir esa responsabilidad esencial y hacerla acto cotidiano, al servicio de todos, sin exclusiones. |
01 julio, 2009
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