¿Se acabó el monopolio? ¿Era tan fácil? ¿Bastaba con la decisión política y corajuda de un grupo de dirigentes de la sociedad civil para acabar con dos décadas de concentración multimediática y sobrefacturación espectacular? ¿Era, es realmente tan fácil?
Esta contratapa merece dos visiones que no son contrapuestas, sino complementarias.
Todo lo malo de Torneos.
Sencillamente, que TyC desaparezca o se funda sólo puede ser lamentado por las fuentes de trabajo: hay montones de técnicos y administrativos, hay buenos camarógrafos y buenos directores. Periodistas… muy, pero muy poquitos que merezcan una lágrima. Está, claro, el mejor periodista deportivo televisivo de la Argentina, Alejandro Fabbri. Y están todos los que no hacen fútbol, con Bonadeo a la cabeza. Escondidos detrás están los que han hecho de la televisación del fútbol una vergüenza estética y una calamidad ética. Convoquemos, si no, a una marcha de admiradores de Recondo, Palacios, Pagani o Farinella. TyC, además del dato innegable del monopolio, es la responsable del desastre: del adelgazamiento de los lenguajes, de la ignorancia ramplona que estructura las transmisiones, del racismo a veces desenfadado, de la exhibición del narcisismo desaforado de los hinchas vuelto horizonte del pensamiento. TyC cambió las gramáticas de la transmisión deportiva, pero eso no significó sólo belleza: significó grosería, machismo, homofobia, sexismo, convencionalismos; transformó a jugadores, técnicos y árbitros en estrellitas televisivas más preocupadas por el primer plano –porque todos sabían que la cámara los buscaba, les metía la lente en el primer molar izquierdo– que por el juego. TyC es la responsable directa del tribunerismo de los jugadores; es la culpable de tanto “a ganar o a morir” que desbordó los lenguajes, los exasperó hasta la violencia. TyC, junto con Olé (otra perla del monopolio), transformó a los periodistas en hinchas, achatando sus lenguajes, haciéndolos jactarse de sus pasiones –y los periodistas estaban siempre para otra cosa, según enseñaban las viejas y buenas tradiciones del oficio.
Y además, como buen monopolio, TyC censuró, reprimió, persiguió. Echó a periodistas por disentir, silenció voces. La mía, por ejemplo. Otra muestra: ese tal Bombau, ese genio de las finanzas que corrió a pedir auxilio a la embajada norteamericana, el miércoles a la noche citó “al periodista Gustavo Grabia”, que había publicado un año atrás un reportaje a Grondona en Olé; pero no dijo que antes de eso lo habían echado de TyC por, justamente, criticar a Grondona.
¿Todo lo bueno de la AFA?
Pero resulta que enfrente están la AFA y el Gobierno, que siempre lúcido, atento, con una dirección ideológica claramente socialista, se arroja en los brazos de Julio Grondona para hacerle daño a Clarín… No, discúlpenme. Separemos pajas y trigos. La intervención del Estado –no del Gobierno– en la política comunicacional y cultural es un reclamo básico por el que muchos venimos peleando hace años. Que un sistema nacional de medios públicos capture el fútbol es coherente con una política extendida que se haga cargo de aquello que debe ser protegido, revalorizado, expandido, como un proceso de afirmaciones culturales coherentes y convincentes. Esa política no existe. Por un lado: eso permitiría la gratuidad real –por ahora, nadie habla de salirse del cable–, por ejemplo con la satelitización masiva y gratuita. Frente a esto, a la oposición, que radicaliza su conservadurismo, lo único que se le ocurre son dos argumentos: el primero, que es un contrato entre privados –lo que supone que no quieren ninguna regulación, que los patrones pueden explotar tranquilos a sus empleados porque son todos privados–. El segundo, el sambenito de la pobreza, como si un contrato televisivo –además, inevitablemente muy rentable– fuera más responsable de ella que las políticas neoliberales de los últimos treinta y cuatro años, ejecutadas por… esa misma oposición –y ese mismo oficialismo–.
No: una vez más, su ignorancia no les permite leer con claridad. Lo crítico de esta cuestión son otros dos problemas: uno, por la ausencia de dirección y coherencia en política comunicacional y cultural, lo primero que se les ocurre es convocar a Marcelo Araujo… es decir, uno de los principales responsables de las barrabasadas éticas y estéticas de las que hablaba antes. El segundo y principal: ¿con Grondona? ¿Con estos dirigentes? ¿Con los propios cómplices del estado de cosas que hemos denunciado? ¿Con Meiszner, el tipo que sostuvo que los muertos por la violencia futbolística lo eran por causas naturales? Perdón: si la vamos a hacer bien… ¿no es el momento exacto para intervenir la AFA? ¿Democratizar (como dice Kirchner) el fútbol? ¿Vamos a democratizar algo con Grondona? ¿Justo con Grondona?
Esta contratapa merece dos visiones que no son contrapuestas, sino complementarias.
Todo lo malo de Torneos.
Sencillamente, que TyC desaparezca o se funda sólo puede ser lamentado por las fuentes de trabajo: hay montones de técnicos y administrativos, hay buenos camarógrafos y buenos directores. Periodistas… muy, pero muy poquitos que merezcan una lágrima. Está, claro, el mejor periodista deportivo televisivo de la Argentina, Alejandro Fabbri. Y están todos los que no hacen fútbol, con Bonadeo a la cabeza. Escondidos detrás están los que han hecho de la televisación del fútbol una vergüenza estética y una calamidad ética. Convoquemos, si no, a una marcha de admiradores de Recondo, Palacios, Pagani o Farinella. TyC, además del dato innegable del monopolio, es la responsable del desastre: del adelgazamiento de los lenguajes, de la ignorancia ramplona que estructura las transmisiones, del racismo a veces desenfadado, de la exhibición del narcisismo desaforado de los hinchas vuelto horizonte del pensamiento. TyC cambió las gramáticas de la transmisión deportiva, pero eso no significó sólo belleza: significó grosería, machismo, homofobia, sexismo, convencionalismos; transformó a jugadores, técnicos y árbitros en estrellitas televisivas más preocupadas por el primer plano –porque todos sabían que la cámara los buscaba, les metía la lente en el primer molar izquierdo– que por el juego. TyC es la responsable directa del tribunerismo de los jugadores; es la culpable de tanto “a ganar o a morir” que desbordó los lenguajes, los exasperó hasta la violencia. TyC, junto con Olé (otra perla del monopolio), transformó a los periodistas en hinchas, achatando sus lenguajes, haciéndolos jactarse de sus pasiones –y los periodistas estaban siempre para otra cosa, según enseñaban las viejas y buenas tradiciones del oficio.
Y además, como buen monopolio, TyC censuró, reprimió, persiguió. Echó a periodistas por disentir, silenció voces. La mía, por ejemplo. Otra muestra: ese tal Bombau, ese genio de las finanzas que corrió a pedir auxilio a la embajada norteamericana, el miércoles a la noche citó “al periodista Gustavo Grabia”, que había publicado un año atrás un reportaje a Grondona en Olé; pero no dijo que antes de eso lo habían echado de TyC por, justamente, criticar a Grondona.
¿Todo lo bueno de la AFA?
Pero resulta que enfrente están la AFA y el Gobierno, que siempre lúcido, atento, con una dirección ideológica claramente socialista, se arroja en los brazos de Julio Grondona para hacerle daño a Clarín… No, discúlpenme. Separemos pajas y trigos. La intervención del Estado –no del Gobierno– en la política comunicacional y cultural es un reclamo básico por el que muchos venimos peleando hace años. Que un sistema nacional de medios públicos capture el fútbol es coherente con una política extendida que se haga cargo de aquello que debe ser protegido, revalorizado, expandido, como un proceso de afirmaciones culturales coherentes y convincentes. Esa política no existe. Por un lado: eso permitiría la gratuidad real –por ahora, nadie habla de salirse del cable–, por ejemplo con la satelitización masiva y gratuita. Frente a esto, a la oposición, que radicaliza su conservadurismo, lo único que se le ocurre son dos argumentos: el primero, que es un contrato entre privados –lo que supone que no quieren ninguna regulación, que los patrones pueden explotar tranquilos a sus empleados porque son todos privados–. El segundo, el sambenito de la pobreza, como si un contrato televisivo –además, inevitablemente muy rentable– fuera más responsable de ella que las políticas neoliberales de los últimos treinta y cuatro años, ejecutadas por… esa misma oposición –y ese mismo oficialismo–.
No: una vez más, su ignorancia no les permite leer con claridad. Lo crítico de esta cuestión son otros dos problemas: uno, por la ausencia de dirección y coherencia en política comunicacional y cultural, lo primero que se les ocurre es convocar a Marcelo Araujo… es decir, uno de los principales responsables de las barrabasadas éticas y estéticas de las que hablaba antes. El segundo y principal: ¿con Grondona? ¿Con estos dirigentes? ¿Con los propios cómplices del estado de cosas que hemos denunciado? ¿Con Meiszner, el tipo que sostuvo que los muertos por la violencia futbolística lo eran por causas naturales? Perdón: si la vamos a hacer bien… ¿no es el momento exacto para intervenir la AFA? ¿Democratizar (como dice Kirchner) el fútbol? ¿Vamos a democratizar algo con Grondona? ¿Justo con Grondona?
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Muchas cosas ya se han dicho en torno al fútbol. ¿Qué podría agregar yo al debate?. Si algo debo decir es que en todas las opiniones que escuche y leí se deja de lado un punto de vista que, para mí, tiene un gran peso: la dicusión antropológica de carácter socio-cultural.
Considero que el fútbol es un eje fundamental de la cultura Argentina. Los clubes (no pensemos sólo en boca y river, sino cualquier club de barrio) no nacieron con fines de lucro. Nacieron como un espacio de inclusión social, de disperción y de identifiación social.
El club (así como la plaza, el café, el gremio, el centro vecinal) era - y deben volver a serlo - un espacio en donde los individuos se reunen impulsados por un fin común, generando un grupo secundario. Allí se relacionan, se posicionan frente al mundo, se acompañan, se diferencian del resto de los grupos.
Además, a través del deporte se da la formación de la persona. Es en el deporte y el juego de equipos en donde se crea el otro generalizado del que habla Mead. Esto es, en mi consciencia no sólo tengo incorporado lo que debo hacer yo, sino lo que el resto debe hacer. Así también se que el resto comparte dicho conocimiento. Existen reglas que nos regularan a todos y debo respetarlas si es que deseo conseguir el bien común. Se que si no las cumplo seré sancionado, no sólo por mis contricantes, sino por mis propios compañeros. Así, confío en ellos y ellos confían en mí. De esta manera dejamos de ser un uno para convertirnos en un todos.
Ahí radica la importancia cultural y de formación de la persona que hay, por ejemplo, en un simple partido de fútbol.
Pero tampoco se puede obviar el otro lado. El fútbol (como varios otros espacios) han sido invadidos por el mercado y su necesidad de convertir todo en un negocio. Ahí es donde aparecen los grandes clubes y aquellos dirigentes que buscan el beneficio propio por encima del grupo (una especie de burocratización del deporte). Pero eso no debe llevarnos a despreciar la oportunidad que aparece hoy. Todo este proceso de democratizar la transmisión de partidos de fútbol debe servir como punto de partida para discusiones más profundas. En vez de la destrucción sistemática (discurso típico de la oposición) creo que debemos focalizar nuestro esfuerzo en la construcción.
El Gobierno Nacional y la AFA (más allá de los nombres) darán comienzo a una nueva etapa que dependerá, además de ellos, de cada uno de nosotros (integrantes en mayor o menor medida a un club, pero todos nucleados en una misma sociedad) hacer que este proceso se transforme en algo más profundo y propicie un cambio social, en donde se generen espacios de inclusión e identificación reales.
Democratizar la transmisión de partidos es un paso. Es un gran paso. Después de todo, no todos los días se logra terminar con un monopolio. Pero aún faltan varios (pasos y monopolios). Queda la democratización de la AFA y de los clubes, para ponerlos al verdadero servicio de la sociedad y no a intereses económicos. ¿Será responsabilidad para el gobierno? Sí, seguro. Pero también del compromiso de cada uno para el de todos.
Considero que el fútbol es un eje fundamental de la cultura Argentina. Los clubes (no pensemos sólo en boca y river, sino cualquier club de barrio) no nacieron con fines de lucro. Nacieron como un espacio de inclusión social, de disperción y de identifiación social.
El club (así como la plaza, el café, el gremio, el centro vecinal) era - y deben volver a serlo - un espacio en donde los individuos se reunen impulsados por un fin común, generando un grupo secundario. Allí se relacionan, se posicionan frente al mundo, se acompañan, se diferencian del resto de los grupos.
Además, a través del deporte se da la formación de la persona. Es en el deporte y el juego de equipos en donde se crea el otro generalizado del que habla Mead. Esto es, en mi consciencia no sólo tengo incorporado lo que debo hacer yo, sino lo que el resto debe hacer. Así también se que el resto comparte dicho conocimiento. Existen reglas que nos regularan a todos y debo respetarlas si es que deseo conseguir el bien común. Se que si no las cumplo seré sancionado, no sólo por mis contricantes, sino por mis propios compañeros. Así, confío en ellos y ellos confían en mí. De esta manera dejamos de ser un uno para convertirnos en un todos.
Ahí radica la importancia cultural y de formación de la persona que hay, por ejemplo, en un simple partido de fútbol.
Pero tampoco se puede obviar el otro lado. El fútbol (como varios otros espacios) han sido invadidos por el mercado y su necesidad de convertir todo en un negocio. Ahí es donde aparecen los grandes clubes y aquellos dirigentes que buscan el beneficio propio por encima del grupo (una especie de burocratización del deporte). Pero eso no debe llevarnos a despreciar la oportunidad que aparece hoy. Todo este proceso de democratizar la transmisión de partidos de fútbol debe servir como punto de partida para discusiones más profundas. En vez de la destrucción sistemática (discurso típico de la oposición) creo que debemos focalizar nuestro esfuerzo en la construcción.
El Gobierno Nacional y la AFA (más allá de los nombres) darán comienzo a una nueva etapa que dependerá, además de ellos, de cada uno de nosotros (integrantes en mayor o menor medida a un club, pero todos nucleados en una misma sociedad) hacer que este proceso se transforme en algo más profundo y propicie un cambio social, en donde se generen espacios de inclusión e identificación reales.
Democratizar la transmisión de partidos es un paso. Es un gran paso. Después de todo, no todos los días se logra terminar con un monopolio. Pero aún faltan varios (pasos y monopolios). Queda la democratización de la AFA y de los clubes, para ponerlos al verdadero servicio de la sociedad y no a intereses económicos. ¿Será responsabilidad para el gobierno? Sí, seguro. Pero también del compromiso de cada uno para el de todos.
3 comentarios:
Hablando del tema, no "entiendo" a CFK...
Si era tan evidente la inaceptable (y comparable con la dictadura, según ella) situación del manejo de la televisación de la primera división del fútbol argentino, ¿cómo no la denunció e hizo cambiar antes? ¿o acaso ella y su marido han asumido el gobierno nacional recién la semana pasada?
¿cuántas cosas tan evidentes vamos a tener que seguir soportando hasta que la pareja presidencial se dé cuenta de la necesidad de un cambio profundo?
-Sin dudas, otra entrada para pensar, la tuya...
-Saludos desde Córdoba, Argentina.
;)
Doserva, mirá, ante todo te voy a decir lo que pienso del gobierno... (incluso iba a hacer un post hace tiempo pero soy un blogger vago). Considero que este gobierno es de pseudo-centroizquerda... o una izquierda relativa (es decir, son izquierda si vemos q en la oposición hay personajes como Macri, Barrionuevo, Duhalde, De narvaez... al lado de eso varios entran en la categoría de progresistas.. Pero, sobre todo pienso que son una especia de centro-pseudo (relativa) izquierda oportunista.
Por qué oportunista... En principio todas las medidas progresistas (xq muchas lo son aunque a la izquierda troskista le de x el centro de los huevos)que han tomado han sido en situaciones coyunturales o con intereses subyacentes. Repasemos...
La política en DDHH... una de las mejores medidas, pero mientras las organizaciones festejaban, dentro del congreso y sin que nadie se entere se aprobaba la ley antiterrorista norteamericana, x la cual se criminaliza toda protesta social.
Las retenciones móviles. El objetivo era simple, recaudar más. Luego se lo invistió de una gesta nacional y popular, en donde busca tomar la renta extraordinaria y redistribuirla a sectores desprotegidos. Además de la lucha contra la sojización.
Las AFJP. También era simple. Aumentar la caja tras la perdida que significaron las retenciones móviles. Nuevamente vestida como una politica nacional y popular en donde se retorna a un sistema solidario.
Aerolineas. Retomemos nuestra línea aérea, xq Aerolineas debe ser un servicio para el pueblo y no un negocio. Coincido en todo, pero... ¿Marsans tenía que saquear durante 6 años (sin contar durante el tiempo menemista)de gobierno antes de estatizar?
Ley de Serv Audivisual. al fin una ley de comunicación que fue hecha por y para el pueblo y la democracia. Pero, nuevamente, ¿esperar 6 años para eso? y además... ¿Haberle renovado las licencias a Clarín x 2o años más durante el gobierno de Nestro Kirchner?(creo q todavía tiene 10 q le sobraban y se suman 20, osea, 30 años de Clarín controlado la cultura)
Si te fijás, todas estas medidas han sido coyunturales. Acá quiero aclarar algo. Estoy de acuerdo con cada una de ellas, más allá de q la intenció era otra lo que se debe hacer es aprovechar (y hablo desde los partidos de izq) las iniciativas del gobierno y profundizarlas mucho más...
Pero voy a hacer algunas salvedades. En primer lugar, la ley de educación media que impulsa la creación de escuelas técnicas. La ley de minoridad (26.061 si no le erro) que acaba con más de 80 años de una ley de patronato en donde se institucionaliza a los jovenes y niños, se los encierra y se les quita todo derecho.
Y también el fútbol. Más allá de que el gobierno no tiene un politica de comunicación (y ninguno la ha tenido, salvo Menem cuya política era vender, vender y vender), el problemo del fútbol surge a partir de que (si no me equivoco) por mayo el gremio de futbolistas (FAA) logra hacer que se firme un decreto x el cual a los trabajadores (o sea, los jugadores)no se les puede deber nada al final de cada torneo. De lo contrario el club no podrá ni adquirir nuevos jugadores o refuerzos y tampoco será habilitado para el torneo hasta que no pague lo adeudado. Con el vaciamiento que sufrieron muchísimos clubes (en especial lo mas chicos) y la falta de politica deportivas y de promoción de inferiores hizo que una gran cantidad de equipos no pudieran hacer frente a esta situación. A partir de ahi vino la renegociación entre privados. Grondona, ante la negativa de TyC de largar más guita (como si no la juntaran en pala) recurre al Estado. El gobierno decide entonces la ayuda (además de que era una buena oportunidad de meterle el dedo en el orto a Clarín). Pero la ayuda no servía de nada si tan sólo se daba guita. Es por eso que surge el acuerdo para repartir las ganancias 50/50.
En este caso, si bien hay un cierto oportunismo del gobierno, todo surge a partir del convenio que logró FAA. Antes el estado no podría haberse metido xq en definitiva el acuerdo era entre privados, y sin una ley anti-monopolios no se puede hacer mucho...
Fin.
Saludos amigo, luego me contás lo del kart ;)
Rod.
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